Bahía de Halong. A bordo

Cambio de transporte

Efectivamente el cansancio acumulado por las caminatas y sobre todo por el calor se acusaron y conseguí dormir más de 4 horas del tirón en el viaje de regreso del tren de Sapa. Este llegó puntualmente a las 4:30 de la mañana a la estación de Hanoi. Fue curioso ver durante los últimos kilómetros de trayecto como Hanoi es una ciudad hiperactiva incluso a las 4 de la mañana, como se podía comprobar en algún mercado de comida que se veía desde el tren. Esta gente nunca para.

Había que hacer tiempo hasta la hora de partida del autobús que nos llevaría a la bahía de Halong, que era a las 8 de la mañana. Primero tomamos un café en uno de los bares con taburetes de la estación. Nos pidieron 7.000 dongs por el típico café con leche condensada, estaba bastante bueno.

Un rato después decidimos tomar un taxi para ir al centro. En cuanto nos levantamos de la silla teníamos unos 10 ó 15 taxistas ofreciéndose a llevarnos en su coche. Tras negociar con varios que incluso llegaron a pedir 100.000 dongs (el trayecto valía como mucho entre 20 y 30.000) fuimos en uno que tenía un taxímetro precintado. Para nuestra sorpresa (o quizá ya no tanta a estas alturas) a mitad de camino el taxímetro empezó a subir que parecía la caja registradora del tío Gilito. El aparato además del importe también muestra el tiempo y la distancia recorrida. Para una manzana que no debía de medir más de 100 metros el taxímetro marcó por lo menos 350. Cuando llegó a 40.000 dongs y visto que estábamos cerca le mandamos parar. Durante la parada todavía subieron otros 3.000 dongs. En fin, la típica treta del taxímetro trucado. No te puedes fiar de ningún taxista. Estoy convencido de que ninguno de los que esperaban en la estación a los incautos turistas procedentes de SaPa era honrado.

En el centro a las 6 no hay ningún bar o cafetería abiertos a no ser los de taburetes en la calle que solo sirven pho (sopa) o noodles. Encontramos una única cafetería abierta en la esquina más populosa del lago que al final fue un auténtico timo: desayuno malo y muy caro.

A las 8 estábamos citados en la agencia (también te recogen en tu hotel) para tomar el autobús a Halong. A esta hora ya empezaba a apretar el asfixiante calor húmedo.

El viaje hasta la ciudad de Halong Bay dura unas 4 horas, incluyendo una parada en una zona de descanso que es una macrotienda de recuerdos, aunque tampoco nadie te presiona para que compres allí.

Al abordaje

Mucho tráfico en la bahía de Halong

La primera visión del puerto de Halong Bay es de un sitio abarrotado. Y eso que no estamos en temporada alta. Abarrotado de autobuses ya que todos los tours organizados llegan entre 12 y 12:30 para embarcar. Y abarrotado de barcos anclados en el puerto esperando la horda de turistas.

El tour que habíamos contratado era de tipo un poco mas lujoso. Finalmente logramos regatear hasta los 90 dólares por cabeza por un tour de 3 días y 2 noches por la bahía de Halong con la compañía Asia Cruises. Consistía en una noche en el barco y otra en el resort de Monkey Island, próximo a la isla de Cat Ba. En un hotel de esta última isla es donde suelen pernoctar la mayoría de tours aunque por lo que vimos después no parecía un lugar nada atractivo. Hay otros tours más económicos, por ejemplo el de dormir en Cat Ba eran unos 80 dólares y había otros por 60 dólares. Aunque al final esto es como todo: tanto pagas, tanto recibes. El siguiente enlace es una buena referencia para los distintos tipos de tours a Halong (en inglés).

Una barcaza nos llevó entre la miríada de barcos hasta localizar al nuestro. Era un velero de madera al estilo tradicional de la Bahía al que le faltaba una mano de pintura, aunque la mayoría de barcos tenían una pinta similar. Durante la travesía me fijé en algunos que tenían algo de mejor aspecto: los de Paradise Cruises, el Emeraude, el Oriental Sails y el Poseidón. Desconozco los precios de tours con estos barcos ni como localizarlos.

Las habitaciones eran camarotes de barco con el espacio justo. Tan justo que había que trepar a encima de la cama ya que ésta no tenía espacio por los lados. El baño era reducido sin zona propia para la ducha. La sorpresa desagradable vino por la noche cuando vimos que el aire acondicionado perdía agua y nos empapó el equipaje que estaba justo debajo porque no había más sitio donde ponerlo. Se supone que habíamos elegido el crucero “deluxe”, así que no queremos imaginarnos cómo sería el de 40$. De todas formas y teniendo en cuenta el nivel de comodidades del país considero que para ellos era efectivamente un barco lujoso. Aunque para los europeos no llegara a tanto, lo cierto es que la habitación y el resto del barco no estaban nada mal. Por supuesto la experiencia de pasar la noche a bordo de un velero en la bahía más bonita del mundo ya es suficiente lujo en sí misma. En nuestro barco éramos unas 16 personas, cantidad suficiente para no estar con agobios.

Mientras empezaba la andadura, nos sirvieron la comida en la cubierta principal donde estaba el bar-restaurante. La comida fue típica vietnamita: arroz, noodles, algunas verduras y algo de pescado.

El barco tenía otra cubierta superior descubierta con unas hamacas y sillas donde fuimos tras la comida a descansar y disfrutar del paisaje. Aquí tan sólo había 4 hamacas así que hay que estar rápidos para pillar sitio en una de ellas.

Disfrutando del paisaje

Bahía de Halong

Hacía un poco de niebla aunque según iba pasando el día se iba levantando. En cualquier caso nos permitió contemplar bastante bien la increíble belleza de los miles de islotes que emergen orgullosos del mar para adornarse con una verde y frondosa vegetación. No en vano estuvo entre las nominadas para “las 7 maravillas naturales del mundo” aunque no sé si finalmente fue elegida.

Un rato después hicimos una parada en una zona junto a muchos otros barcos para hacer kayaking. Nos proporcionaron el equipo y pudimos remar durante media hora entre los islotes y los barcos, acercarnos a alguna cueva al nivel del mar que se adentraban debajo de los islotes (estupenda idea lo del kayak). Cómo no, alguno sufrió el acoso de alguna vendedora flotante incluso en el propio kayak.

Bahía de Halong

Tras esta grata actividad fuimos a la Cueva de la Sorpresa. Es una enorme cavidad en un islote con unas cuantas estalactitas y estalagmitas, aunque tampoco destaca especialmente por ello. En cambio sí tiene un magnífico mirador que te permite unas estupendas vistas de la bahía aunque esa zona en particular estaba llena de barcos.

Cueva Hang Dau Go

Es curioso comprobar como en este ambiente que podría parecer inhóspito hay también gente que se gana la vida aquí viviendo en casas flotantes en el refugio que algunos de los islotes proporcionan contra los temporales. Es fácil ver a pescadores, mariscadores y por supuesto señoras que se acercan remando hasta el borde de tu barco a venderte bebida y comida.

Noche a bordo

Puesta de sol en la bahía de Halong

Tras la excursión a la cueva nos dejaron darnos un baño en la zona del barco, aunque fue muy breve ya que enseguida pusieron rumbo a la zona donde pasaríamos la noche. Al parecer solo hay dos zonas autorizadas para ello dentro de la bahía para evitar que se estropeen los sitios donde pernoctan los barcos.

El camino fue precioso ya que prácticamente se había levantado toda la niebla y pudimos observar las caprichosas formas de los islotes y disfrutar de una bellísima puesta de sol.

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