A las 7:30 cogimos un autobús organizado por Sinh Tourist con destino a Mui Ne. Tardamos 4 horas y pico en recorrer los 180 km desde HCMC.
Mui Ne es un pequeño pueblo de pescadores que está justo al final de una larguísima playa de más de 10 km. a la que da nombre. A lo largo de toda la playa se suceden los hoteles y resorts tipo Caribe. La ciudad importante más cercana es Phan Tiet, a solo 15 km.
Tras el agotamiento físico del viaje debido sobre todo al calor decidimos darnos un merecido descanso y tumbarnos un par de días en las blancas arenas de esta playa para volver con energías renovadas a casa.
Llegamos al resort Bon Bien, que previamente habíamos visto por Internet. Nos pidieron $70 por moche pero finalmente y después de una intensa negociación nos respetaron el precio de agoda.com de $55. Hay que decir que en esta zona el alojamiento es más caro, al menos si vas a un resort, y los precios iban de $40 para arriba. La habitación era correcta, sin lujos, quizá un poco oscura. El desayuno estaba incluido en el precio y se tomaba en el restaurante a pie de playa (todo un lujo). El hotel dispone de una buena piscina así como de hamacas con sombrilla en la playa. Vamos, lo suficiente para estar dos o tres días al sol.
Y sol tuvimos bastante, de hecho el segundo día me descuidé con la crema y acabé quemado como un cangrejo.
Lo más sorprendente de la zona fue ver que casi todos los negocios tenían sus carteles y menús traducidos al ruso. Efectivamente en la playa vimos bastantes personas de esta nacionalidad. Se ve que Mui Ne es un destino popular para ellos, ya que en el resto de Vietnam apenas pude ver ningún cartel en ruso.
Al ser temporada baja los hoteles estaban muy vacíos así como los locales para cenar y para copas. En la playa era muy satisfactoria la sensación de estar prácticamente solo a lo largo de 10 km de arena y palmeras, solo interrumpido de vez en cuando por el ruido de motos de agua y algún vendedor de souvenirs playeros.
Comer y beber, una dura vida
De los variados sitios que frecuentamos durante nuestra estancia en Mui Ne nos gustó mucho el Sankara, en el km 13, un bar-restaurante con decoración moderna en plan lounge bar-chill out que incluso tiene una pequeña piscina para los clientes. La música es relajante, como corresponde, y te sientes muy a gusto mientras tomas un buen zumo de frutas a la orilla del mar.
Otro restaurante a destacar entre los muchos que existen a lo largo de la calle principal es el Rung Forest,un sitio decorado con mucha vegetación y luces. La comida era un poco distinta a lo habitual que habíamos visto en Vietnam hasta la fecha, al igual que el personal. Estos pertenecían a la etnia local Cham, más morenos que los vietnamitas. Además tenían música en directo con una curiosa mezcla de tambores y danzas.
Para comer pedimos unas ostras frescas que nos sirvieron aliñadas con un poco de wasabi, un ajete, sal, limón y enrolladas en una hoja verde a modo de rollito, lo que le daba un sabor muy original y menos fuerte que el de la ostra sola. Después decidimos probar el cocodrilo al grill, que resultó una carne un tanto seca y correosa, y para terminar una langosta a la plancha que estaba muy rica aunque no era tan grande ni sabrosa como las del Cantábrico.
En conjunto bien, aunque como siempre hay que tener cuidado al pagar por si te hacen un cambio malo a dólares o te cobran el cocodrilo a otro precio que el que marcaba la carta o por si no te aparece añadido en la cuenta el 10% del servicio. Es de estas cosas que te deja un mal sabor de boca en un sitio en el que has comido bien y estado a gusto.
Otro sitio agradable para tomar copas es el DejaVu en el km 11,5, con una buena carta de cócteles a buen precio (60.000 dongs, por aquí lo típico son 95.000) y donde tenían un guitarrista en directo que tocaba grandes éxitos de música occidental en un tono muy suave. Un sitio de ambiente muy agradable donde refrescarse con un buen cóctel antes de cenar.
Curiosidad vietnamita
Durante los largos viajes por carretera es muy frecuente ver tumbas sueltas en medio de los campos de cultivo. En Vietnam la mayoría de la población es budista (un 80%). Según nos contó un guía para el budismo la vida no es más que un “viaje” que está haciendo el espíritu sobre la Tierra con un cuerpo “prestado” que solo es materia.
Por lo tanto una vez muerta la persona (finalizado el viaje, vuelve al estado de espíritu) el cuerpo es enterrado para que se reintegre con la tierra. No hay cementerios colectivos, como en la iglesia católica ya que no hay una institución que rija los asuntos religiosos. El muerto es enterrado en alguna de las posesiones de la familia, y es fácil ver un par de tumbas en medio de un campo de arroz.
Por su parte el espíritu permanece con la familia y también necesita comer. Es por esto que en casi todas las casas hay un altar dedicado a los antepasados y a los que ofrecen comida, destacando por la frecuencia en las ofrendas una especie de galleta-bizcocho.